HOY EDUCACION HOY

Aunque estemos sobre el agua, no puedo abstraerme de los sucesos terrícolas actuales que van desde el coscorrón a los alumnos evaluadores y, después de más de 20 años dando clases; va mi visión sobre el tema, con la intención de hacer un aporte a la educación.

Javier Echeverría un educador y escritor español, está planteando, desde el siglo pasado, el proceso educativo en un entorno distinto, en donde la relación “no es presencial, sino representacional, no es proximal, sino distal, no es sincrónico, sino asincrónico, y no se basa en recintos espaciales con interior, frontera y exterior, sino que depende de redes electrónicas cuyos nodos de interacción pueden estar diseminados por diversos países.”

Cualquier educador nativo progre puede estar de acuerdo con el y su implementación en un país evolucionado, pero, por lo menos en la escuela que yo conozco, lo primero que hace falta son sillas, pupitres, aulas habitables, baños como la gente, etc., y, a partir de allí, lograr un ámbito propicio para desarrollar cualquier tipo de actividad educativa que se pretenda implementar eficazmente, antes de que sea tarde.

Vivir en comunidad no es vivir sin normas, límites o ejemplos válidos que sirvan para tomar conciencia de los deberes, roles y responsabilidades a que están obligados cada uno de los participantes necesarios para un diálogo genuino, educativo e integralmente enriquecedor.

No podemos seguir alucinando con ideales místicos, mientras a nuestro alrededor los alumnos se degradan día a día por la ausencia de normas, ejemplos claros y escalas de valores que les permitan una veraz toma de conciencia acorde con la realidad que le toca vivir y el mundo con el que se van a enfrentar.

Yo pienso que la escuela se debe cimentar sobre valores fundamentales y elementales; como el concepto de patria, el respeto a los símbolos y el ejemplo de próceres que hicieron posible la república y, prioritariamente, en la evaluación del ámbito y de la realidad. Cuando ingresé a la escuela, no había timbre ni campana, porque la directiva era; libertad responsable. El resultado era un caos. En un tiempo se izó la bandera, pero los alumnos ni se sacaban la gorra, y, ante un reclamo, la dirección me comunicó que la supervisora le había dicho que estaba bien. Los alumnos no tienen idea de la letra del himno, y terminan la escuela secundaria sin saber leer ni escribir correctamente. No hablemos de razonar. Cuestioné la Ley Federal de Educación, defendida a ultranza por la dirección, y la realidad me dice que las escuelas que funcionan bien, es gracias a direcciones competentes.

Ante la irresponsabilidad de las autoridades, la mayoría de los docentes se adapta a la realidad y los alumnos pasan a ser la materia prima que genera el sueldo, nada más.

Mi concepto sobre la educación se basa en la tangibilidad de las falencias y se implementa en función de la realidad circundante. En el primer mundo pueden funcionar filosofías místicas, como la de Buber, pero nuestra realidad exige conceptos, como los del Dr. Horacio Sanguinetti, ex rector del colegio Nacional de Buenos Aires, uno de las pocas instituciones educativas que funcionaron bien en el país, y que sobre los procesos educativos actuales, dice:

“-Así es; todo el proceso apunta a que el chico no tenga ni premios ni sanciones. No hay más amonestaciones. Todo es diálogo, tratar de explicar…

El ser humano no funciona así. Funciona, sí, con el diálogo, la convicción, el libre saber dónde está el bien y dónde está el mal, pero, además, cualquier sistema multitudinario, como es la educación formal en las escuelas, tiene que tener un reaseguro en las sanciones. Si no, suprimamos el Código Penal, levantemos los semáforos y toda forma de coerción, porque es eso, justamente una coerción, lo que se intenta ejercer con toda norma.”

Se terminaron las amonestaciones, quedar libre, repetir, el cuadro de honor. Ahora se habla de bajar las notas para elevar el nivel de ignorancia, lograr la inclusión, y que todos se sientan iguales, para homenajear a Enrique Santos Discépolo: “Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un chorro que un gran profesor… HLB