ARGENTINA FARANDULERA
Hay un concepto de Sigmund Freud que aplicábamos para explicar y entender situaciones que escapan a nuestra comprensión y exceden la capacidad de ser contenidas por los conceptos ecuanimidad y sentido común. Cuando sabíamos de alguna incongruencia producida en cualquier ámbito, pero fundamentalmente en la política y el llamado mundillo de los famosos, que nos resultaba inverosímil e inexplicable, recurríamos a: el dinero y el sexo mueven el mundo, y, generalmente, y más temprano que tarde, el acontecimiento terminaba encajando en alguno de los dos criterios sustentados.
Seguramente la esencia sigue siendo la misma, pero los tiempos y la modernidad han cambiado los métodos y las formas de manejar esos poderes.
Dejando de lado la tecnología, no podemos decir que el paso del tiempo ha ido profundizando los esfuerzos mentales y las labores sacrificadas, y ni hablar de los valores morales, para acceder al dinero y al sexo, a lo que debemos agregar, hoy, la fama y la figura; que han trascendido los niveles lógicos, gracias al impacto de los medios audiovisuales y la ascendente frivolidad de la mayoría de los argentinos.
Para seguir y ser claro y conciso, a los efectos de despegarme de cualquier elucubración subjetiva, paso a compartir equivalencias, de diccionario, para dos palabras; Farándula: circo, teatro, farsa, varieté, carátula, artificio. Farandulero: trapacero, farolero, vanidoso, figurante, farsante, presumido.
Teniendo claro estos conceptos, podemos pasar a visualizar la realidad argentina; visión que, es posible, solo veamos nosotros, ya que no tenemos acceso a ninguna de las dos categorías definidas, pero tenemos algo del Quijote y seguimos adelante.
Para ser farandulero hay que acceder a la farándula, para lo cual el primer paso es ser famoso. No es fácil, pero podemos darle algunas pistas si le interesa lograrlo. Lo primero es vivir, o estar, en Buenos Aires, aunque si solo va para hacerse famoso y, luego, se vuelve a su provincia, pierde continuidad y efectividad para acceder a la farándula.
Si usted es una persona común y corriente, puede averiguar algún acontecimiento, en donde esté la TV, y desnudarse en público, anunciando un fin enigmático que, luego, adecuará a la actualidad y develará cuando lo inviten al programa de alguno de los movileros. Le aclaramos que si no es linda/o, las posibilidades de fracaso aumentan.
Si no le importa correr riesgos, o se aguanta una posible golpiza, elija una zona concurrida, y algún turista con cámara, e intente un asalto lo más anti bizarro posible.
El divulgar escenas eróticas en las redes puede llegar a funcionar, pero si no es escultural, o medio degeneradita/o, no se gaste.
El éxito está mas cerca de quienes son medianamente conocidas/os por alguna actividad; pueden ser políticos, deportistas, jugadores de fútbol, modelos, vedettes, panelistas. En este caso la acción tiene que ser conjunta, e implica conquista, romance, noviazgo, casamiento (si es con fiesta, fiesta… mejor), o seducción para destruir pareja establecida (en caso de travestismo pueden obtenerse mejores resultados), pero siempre apuntando a niveles superiores de figuración de los que tiene uno.
A partir de pertenecer a la farándula, todo es posible y poco importan, o desaparecen, los valores, las aptitudes, las ideas, la capacidad, la coherencia y la posibilidad de cumplir lo que se dice.
Siendo parte de la farándula, ya se ha logrado el paso más importante para acceder, con más continuidad, a la tele. Al principio puede costar ser convocado, pero con imaginación se pueden generar algunos episodios valiosos que los medios (que, fundamentalmente, deben cumplir una función social) tienen casi la obligación de divulgar. Si bien no tenemos autoridad moral para hacerlo, se pueden sugerir algunas formas; tirarse de los pelos con alguna figura, dudar de la sexualidad de alguien, decir que la/o llamó Tinelli, tener datos de infidelidades, sugerir intentos de levante por parte de alguien famosa/o, etc. Hay que tener presente que todo es válido para lograr el espacio necesario y lograr la categoría de farandulera/o, ya que, a partir de allí todo se potencia y se logran objetivos nunca imaginados que, luego, se trasladan a su descendencia (en caso de tenerla) porque el farandulerismo es hereditario.
Luego de lograr el objetivo, es probable que sus próximas declaraciones sean desde Miami, porque es el primer hito geográfico de toda farandulera/o que se precie.
De allí en adelante solo hay que producir algún escándalo o incongruencia altisonante, periódicamente, para que el interés nacional y popular no se esfume o vaya perdiendo altura, pero vale la pena porque usted ya es farandulera/o, sus posibilidades aumentan y sus capacidades son inconmensurables. Comienza el tiempo de disfrute y cosecha.
Ahora recibe invitación para participar en una telenovela, y se convierte en actriz o actor. O puede ser panelista de algún programa especializado en todo, y, si es muy farandulera/o, hasta conductor. También llegar a ser bailarín/a, o cantante, si el máximo farandulero culto de la farándula piensa que usted es un referente que puede abastecer la cultura farandulística del pueblo. Otra opción es que un nivel más sofisticado del negocio farandulero considere que su contorno encaja en la movida política. En ese caso puede acceder a alguna intendencia o gobernación, ocupar una banca de alguna cámara o, como opción de mínima, posar para fotografías; lo cual no requiere mucho trabajo, puede brindarle satisfacciones y abrirle muchas puertas. Si usted es farandulera cool, puede ser que los asesores de algún político, que no consigue llamar la atención, se fijen en usted. No lo deseche, aunque no sea muy inteligente o atractivo; puede llegar a ser primera dama.
En fin, son tantas las opciones, que es imposible describir todas; sirva esto como un pequeño resumen ilustrativo, y compartimos un ejemplo concreto para que usted tenga una visión real del peso y las posibilidades que puede brindar en La Argentina, pertenecer al ámbito farandulero, para lo cual se debe tener una versatilidad y ductilidad extrema, que permita internalizar, sin culpa, cualquier situación.
La mayor referente farandulera de nuestro país es una señora mayor (en edad) que confiesa haberse ofrecido a cambio de dinero (extra farandulescamente, le llaman prostitución), que toda su vida utilizó su lengua, públicamente, para decir estupideces e incongruencias que la destacan ante la gente, ya que sus pares no son demasiado hábiles para hablar, o tienen escrúpulos, y sus oyentes no son muy pretenciosos para escuchar.
Es mi deseo que el señor Guinnes lea esto y habilite un ítem de incoherencias y contrasentidos, para que ostentemos un nuevo título a nivel internacional.
La señora de marras declaró un día, y quedó grabado: “Me ne frega la realidad, yo levanto los vidrios polarizados de mi auto importado, y no me importa nada”.
Creo que fue muy sincera y ecuánime consigo misma, con su realidad y con su auto bombo que proclama una lengua filosa y destructiva.
Creo que poco tiempo después se postula como candidata a diputada. Aquí se produjo una dicotomía, y la gente no la votó porque, aparentemente, consideraron el significado y las funciones de la totalidad del término.
Parecía que había terminado su carrera política, pero no; sus tacos agujas la acercaron a Menem y el fue quien recibió las mieles de su voto.
Fue madre (si, parió una hija) y compartió, de igual a igual, la vida con su retoño. Todo, todo. Y ella fue una buena hija que siguió el ejemplo de su madre; a los 15 tuvo un novio de más de 40, hacía su propia vida en un depto, separada de su madre, fumaba marihuana y se especializó en enseñar a armar porros por televisión.
Les dije que el farandulerismo es hereditario, y aquí queda demostrado; la mamá es la farandulera máxima del país, y es convocada por todos los programas de televisión, realmente importantes. Su figura, silueta o contorno es un referente de la cultura mediática, y ya es un juez permanente en las convocatorias culturales clásicas de la TV. Mientras tanto su hija va recibiendo los beneficios de la herencia y, luego, de algunas apariciones televisivas esporádicas, tan vergonzantes como las de la madre, ha pasado a integrar jurados que sentencian actuaciones de diversas disciplinas, que ejecutan participantes de algún programa televisivo; capacidad innata claramente heredada.
Madre e hija; la leyenda continúa. Y para ratificar y potenciar el empuje y el valor del farandulismo que, con su ejemplo, garantiza ecuanimidad, inteligencia, honestidad, transparencia, sensibilidad y respeto al prójimo y a su descendencia, ambas fueron invitadas, y acompañaron al poder político, al lado de su líder máximo, en un acto público multitudinario. Todo un símbolo.
Afortunadamente ya hay herederos que aseguran continuidad al farandulerismo para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.
Lo realmente meritorio es que el farandulerismo está en la cima de una pirámide construida por la voluntad y el tributo de millones de argentinos.
La moralidad moderna consiste en aceptar el modelo de una época.
Considero que para cualquier hombre culto aceptar el modelo de su
época es el modelo más grande de la inmoralidad. Oscar Wilde