Progr. 13-XII-14 – Puerto S. Fe – Contaminación
*Ustedes saben nuestra visión respecto al nuevo puerto; el éxito radica en la economía. Los que saben dicen que los buques Post-Panamax, son los buques de hoy y mañana (concepto que también debe aplicarse a los puertos). Estos buques tienen 400 m de eslora y calan 16 m. Los Sub-Panamax (mayoría hasta ayer) tienen casi 300 m de eslora y calan 12 m., pero ya no son rentables para los cruces oceánicos. Un Sub-Panamax carga unos 4000 TEU (contenedores de 20 pies) a un costo superior a los 10 ctvs. de dólar por cada milla recorrida por un contenedor. Un Post-Panamax, los nuevos, puede cargar más de 13000 contenedores a un costo de 2 ctvs. de dólar (5 veces menos). Nuestra zona, y la hidrovía, con millonarios costos de dragado, llega a una profundidad de 32 pies (algo más de 9 m). Imposible imaginar un buque de ultramar moderno, navegando cientos de Km por nuestros ríos. Los puertos interiores deben ser puertos tipo feeder, es decir para barcazas o buques fluviales que transporten y trasborden la carga a buques de ultramar, en puertos oceánicos de aguas profundas (hub).
Desde gobiernos anteriores lo venimos repitiendo, pero ahora se actualizó por la caída de la licitación. Según los informes; exclusivamente por razones formales y técnicas, descartándose irregularidades trascendidas. Dos, de las cuatro empresas que se habían juntado para licitar, contaban con probados ilícitos vinculados con el narcotráfico (hechos seriamente comunicados).
Me pregunto; si cumplían los requisitos formales ¿Los íbamos a tener aquí?
*Hacemos un llamado a la solidaridad; leímos que se declaró el liso como patrimonio cultural de la ciudad. Nos alegramos por los cerveceros y los tomadores. Está bien, como el rescate de algunos edificios históricos. Y aquí nuestra llamada solidaria; pedimos que alguna autoridad, político, o quien sea que tenga algún peso, declare patrimonio cultural, histórico, natural y ecológico, o como quieran, al arroyo El Negro, frente mismo a la ciudad y por donde llegaron los fundadores de Santa Fe de la Vera Cruz. Con mucho menos dinero y tiempo que las restauraciones edilicias (la casa de la cultura lleva casi 10 años) se recuperaría un verdadero monumento natural, concretando un aporte al medio ambiente y al cambio climático, a la par de un irrepetible paisaje natural que podría disfrutar toda la gente.
Se murió el Chapulín ¿Alguien podrá ayudarnos?
*Abra los oídos y la cabeza. No se crea que las sabe todas y entienda que la vida es una permanente enseñanza que hay que dejar caminar delante de uno. Si no lo hace es probable que muera equivocado y convencido de estar en lo cierto.
Le estaban explicando a un viejo islero una serie de obras que se iban a realizar, en la isla, para poder llevar vacunos a pastar. Los escuchó pacientemente y, luego, les preguntó: –Y ustedes, ¿Le preguntaron al río si le va a gustar?
Dijo Juvenal: “Nunca la naturaleza dice una cosa y la sabiduría otra.”
*Esto decíamos en un programa del año pasado:
En noticias de hace unos días, nos enteramos, lamentablemente, de la muerte de dos personas, luego de haber caído de sus embarcaciones. Si bien ambas situaciones fueron la consecuencia del mal tiempo, o de alguna acción desafortunada, en ninguno de los dos casos sus protagonistas llevaban chalecos salvavidas. No sabemos si sabían nadar, pero hay veces en que saber nadar no alcanza; hace falta familiarizarse, amigarse con el agua, perderle el miedo y, fundamentalmente, conservar la calma.
Se ahoga más gente que cree saber nadar que los que tienen miedo al agua.
Tal vez alguien que dice casi no saber nadar, pero hace tiempo es amigo del río y no pierde la calma, hace la plancha, intenta unas brazadas, nuevamente plancha y descanso, luego otras, o simplemente se deja llevar por la corriente, panza arriba y, con pequeños movimientos de piernas y brazos, se ayuda para ganar la orilla.
Por supuesto que nada de esto pasa si tenemos puesto un chaleco salvavidas, pero los argentinos somos muy machotes y parece que ponerse salvavidas debilita nuestro prestigio.
Educación física no comprende la natación, que debería ser obligatoria en nuestra geografía, una disciplina físicamente completa, que requiere enseñanza y que puede evitar la muerte de personas, que se repite cada año.
El sábado anterior, cuando hablamos con el instructor de vela de la UNL, nos aclaró que todos los deportes necesitan enseñanza. Es cierto, pero el 95% de los chicos saben jugar al fútbol, y el saber o no saber no afecta su existencia, en cambio el 70 % de los chicos no saben nadar, y el no saberlo puede ser causa de su muerte.
Hoy antes de comenzar el verano, a las 3 muertes ocurridas tenemos que suma otra muerte por ahogamiento. No pudimos determinar exactamente las circunstancias ni el lugar del hecho, pero creemos que fue a la salida del canal de acceso, aguas abajo por la cortada Yrigoyen, antes del Barroso, en donde hay un gran banco, y en donde unos amigos estaban con su lancha.
Hay que prestar mucha atención; en el caso de los bancos de arena hay bordes de suave declive y aguas mansas y otros con orillas a pique, en donde hay correntada y puede ser de mucha profundidad.
Además de la observación puntual de la corriente, la prudencia es, siempre, la actitud a seguir en el agua. Y recuerden, si amarran, o varan la embarcación, para disfrutar del agua, arrojen el salvavidas circular, unido a la embarcación por el cabo flotante reglamentario, de 27 m., que quedará flotando aguas abajo y que salvará a quien arrastre la correntada.
*En el 2016 se realizan lo juegos olímpicos en Brasil, y las competencias acuáticas se celebran en la bahía de Guanabara. Del 2 al 9 de Agosto próximo se disputaron regatas de vela preparatorias, en las que participaron unos 300 deportistas de 34 países.
Pero no todo es tan lindo como parece; el regatista austriaco Nico Delle Karth, aseguró que nunca entrenó en aguas tan contaminadas. El equipo australiano presentó una queja formal, el biólogo brasileño Mario Moscatelli, que lleva más de 20 años reclamando soluciones, dijo que la bahía de Guanabara es una gran lata de basura y una gran letrina. Yo no dejaría que mi hijo entrase al agua. Y ratificando estos conceptos, fotografías aéreas y testimonios de marineros indican una polución masiva y la presencia de residuos flotantes orgánicos e inorgánicos de toda clase en la bahía; calificada de “cloaca” y “vertedero” por diversos navegantes olímpicos.
A un poco más de 100 KM de allí, y de Río de Janeiro, se encuentra Ilha Grande y la Bahía de Angra do Reis, un lugar en donde, hace más de 20 años, vive, en un catamarán ( que es un barco que tiene dos cascos separados, unidos por una plataforma y allí la cabina) un navegante santafesino que anda de visita por nuestra ciudad y que hoy está con nosotros. Sobrino del recordado maestro Ricardo Supisiche, e hijo de su hermano Aníbal, ambos grandes navegantes y enamorados del río y del paisaje ribereño. Sus barcos, el Temerario y el Bandurria, eran gemelos y doble proa, construidos en la escuela de ribera de nuestra ciudad. Porque, aunque usted no lo crea, en Santa Fe se construían barcos, y también buques, como los que hacía don Marcos Rudi, que también que también construyó, integramente el Ñandeyara, considerado el velero más lindo del Paraná y hoy en Rosario, mimado por sus patrones, los mellizos Fracchia.
Hay muchas anécdotas de Ricardo, el famoso manco, pero siempre recuerdo una que me hizo mucha gracia; “Por suerte en la isla hay mosquitos, si no estaría llena de porteños”.
Como colofón, dos apuntes sobre las bahías de Guanabara y Angra do Reis. Allá por el 1500, Gaspar de Lemos, descubridor portugués de Brasil, encalló en Ilha Grande, el día de Reyes; de allí el nombre Angra (ensenada, o bahía) de Reyes. Cuando entró a la bahía de Guanabara, el 1º de enero de 1502, la confundió con un río y le puso Río de Janeiro (río de enero). Río está en el interior de la Bahía, que tomó el nombre indígena de Guanabara: parecida al mar, o seno del mar.
Finalizado este mini historial argentino brasileño, saludo a Aníbal Belisario Supisiche, quien nos va a contar su experiencia sobre el agua, nunca mejor dicho, en Angra do Reis; que no debe ser muy distinta a la nuestra.