Figuritas asesinas

Una imagen vale más que mil palabras. ¿Es cierto?
Era cierto cuando la mayoría de los hombres pensaban y necesitaban escribir mil palabras, para desarrollar una idea y transmitir un contenido. Mientras, del otro lado, había mucha gente interesada en enriquecerse interiormente, que necesitaba leer, pensar y elaborar, para comprenderlas.
En esos tiempos una buena imagen, generalmente la fotografía, aportaba todo el interior de su forma y agregaba más de mil palabras a la esencia de lo que se estaba pretendiendo comunicar.
Pero el hombre, con el tiempo, fue cambiando las cosas y suplantando algunos valores fundamentales; el espíritu por la materia, la humildad por la soberbia, la solidaridad por el egoísmo, la lectura por la tele, lo interior por lo exterior, y, por lógica; las imágenes por las figuritas; y ahí se pudrió todo.
La imagen, que siempre se visualizaba como algo profundo y trascendente, que se asociaba al arte, al lenguaje visual, a los próceres, a lo solemne de los dioses y mártires religiosos y que siempre era imaginada y utilizada asociada a un contenido, desapareció del mundo cotidiano y comenzó a ser reemplazada por la figurita.
¿Qué es una figurita? Estampa figuras en colores, especialmente destinada a juegos y colecciones propios de niños.
Hay un viejo dicho que dice que el mejor negocio del mundo es comprar un argentino por lo que vale y venderlo por que cree que vale. Yo no puedo asegurar que esto sea cierto, pero de serlo, el argentino sería un figurón. Según el diccionario: hombre fantástico y entonado, que aparenta más de lo que es.
Con estos dos elementos, figuritas y figurones, como sustento, se ha ido potenciando la realidad y la televisión argentina, constituyéndose en factor preponderante de la nueva tónica que toman como parámetro la mayoría de los jóvenes argentinos y algunos padres para sus hijos; para triunfar, si no sos político o sindicalista, hay que ser figurita famosa, figurón importante o jugador de fútbol; eso te da fama y dinero.
Desaparecieron los valores del esfuerzo personal, de la inteligencia y el estudio como el rumbo para llegar a logros permanentes y valederos. Hoy hay que salvarse fácil y de una, y, para eso, solo basta materializarse en figurita y que te vean millones de personas que no tienen interés alguno en pensar. El máximo contenido parece remitirse a las artificiales tetas pensantes de Moria Casan, una soberbia máquina de decir pelotudeces que apabulla y deslumbra a la manada de huecas siluetas coloridas que completan el montaje de la obra en que la mayoría quiere participar, para llegar a figurar.
La figurita es absolutamente visual, exterior, de percepción inmediata y no necesita ningún tipo de elaboración para su comprensión; es la parte de afuera, lo que se ve. Y lo que se ve, lamentablemente, es lo que más importa a la mayoría de nuestros jóvenes y a toda una generación progre que tiene la posibilidad de mostrarse y funcionar como ejemplo para los desprevenidos y desinformados.
Todo se confabula para que cada vez seamos peores. Tratemos de darnos cuenta; no es nuestro contorno el que va a hacernos mejores, no son los adornos o las joyas las que nos van a salvar, ni la marca de la ropa o de nuestras zapatillas. No seamos giles; miremos lo que realmente nos conviene y no lo que nos quieren hacer mirar. Como dice el rezo; no nos dejes caer en la tentación y líbranos de todo mal. Amén.
Ese amén, o que así sea, depende solo de cada uno y de nuestra creencia en nosotros mismos, en nuestros valores interiores y en la voluntad y el esfuerzo que pongamos en lograr enaltecernos y enriquecernos profunda y verdaderamente.
Para aportar un poco más el tema, y que te quede reclaro; salió una publicidad que dice: VALORATE UN POCO MÁS, CAMBIÁ TU CELULAR…, si la escuchás y no te da un poco de asquito o risa; estás en el horno.