¿Embarcarse?

«Vivir no es necesario, navegar es preciso».
Esta frase que siempre tuvimos presente, que nunca encontramos información sobre su real sentido y que hemos visto atribuida a Pompeyo o a D´anunzzio, nos hace pensar en las múltiples acepciones y posibilidades que se puede dar a una idea, dependiendo de los intereses, del estado de ánimo, de la cultura, las intenciones, la amplitud o la pequeñez de criterios, etc., etc., etc.
El caso es que cuando pensamos en embarcarnos, no pensamos en que tenemos que estar en una nave, seguramente la gran mayoría de los que navegan la vida no tienen nave. Si analizamos los sinónimos de embarcarse, podremos leer; lanzarse, enredarse, emprender, empeñarse, tomar parte, involucrarse, implicarse… ¿Alguien duda que para vivir positivamente la vida hay que embarcarse?
Siguiendo en esta especie de escuelita de la vida, buscamos los significados de navegar, y allí leemos; embarcar, barloventear (ganarle camino al viento), ganar, pilotar, conducir, zarpar, surcar, hender… trajinar, ajetrearse, gestionar… luchar, padecer… ¿Se puede vivir si no se navega?
En el polo opuesto de todas estas posibilidades de acción se encuentran las posiciones que, por lógica, son antagónicas; desembarcarse, quedarse al margen, abstenerse… Como nosotros vemos estas opciones de vivir la vida; se puede estar a bordo o quedarse mirando las naves pasar hacia un rumbo ineludible e imposible de modificar, sobre todo si estamos parados en la orilla.
Eso es el progreso y así es el agua en que navegamos.
Con acciones, trabajo y participación podemos intentar colaborar para modificar el rumbo hacia puertos que consideremos más justos o propicios para todos.