31-DOS MUNDOS

Todos sabemos que hay varias maneras de vivir. Escuchamos, nos cuentan, vemos, que, en el amplio espacio del universo se vive de muchas formas; formas que tienen que ver con el contexto, con el ámbito, la arquitectura, la técnica, la ciencia, la economía, la educación… es decir que cuando se vive en el primero, en el tercer o cuarto mundo, la gente y todo lo que la rodea guarda cierta coherencia.
En nuestro país no la tenemos muy clara, porque somos multi razas, económicamente dispares y en asentamientos geográficos distantes, absolutamente, distintos, diferentes o desiguales, lo que hace que, además de no saber a que mundo pertenecemos se nos presenten dudas respecto a la integración social y económicamente justa en el contexto de nuestra geografía.
No sabemos que mundo es mejor, en el plano de los verdaderos valores humanos, ni tampoco que haríamos a la hora de elegir, pero mientras en la Capital Federal se cruza el Río de la Plata en modernos buques que transportan turistas y automóviles, para pasar un fin se semana en Colonia o Punta del Este. En Entre Ríos, a pocos kilómetros de la capital, Carlos Alberto Cardenia, descendiente de los que hace muchismos años, con un palo que se trababa en un cable atado en las dos orillas hacía que una balsa cruzara el arroyo Las Conchas (en la provincia de Entre Ríos), ha modernizado el sistema y construido una nueva embarcación, también a pulmón pero con un tragacable a manija y, por un peso ($ 1), posibilita a la gente de la zona trasladarse hasta Villa Urquiza o a los caseríos de la zona.
En Cayastá, antiguo asentamiento de la ciudad de Santa Fe, el «Chanchomóvil» recorre las calles del pueblo, junto a un pequeño auto con altoparlantes y maestras y chicos vendiendo rifas a beneficio de su escuela, cuyo premio es el chancho que va asándose en la parrilla instalada sobre un acoplado remolcado por un tractor, y que, cuando termine de recorrer el pueblo y se efectúe el sorteo, va a estar a punto para ser entregado al feliz ganador.
Seguramente la balsa de marras no es un hidrodeslizador, ni el chancho puede ser comparado con cada uno de los millones que se sortean casi a diario en los canales de Buenos Aires, pero dicen que no es más rico el que más tiene, si no el que menos necesita; ni tampoco es comparable la posibilidad de compartir una mesa fraternal, después de una jornada de campo, alrededor de un rico lechón asado y debajo de un cielo puro y estrellado.